Carolina Mejía

Carolina Mejía es la alcaldesa de Santo Domingo, Rep. Dominicana. Es la primera mujer que ocupa ese cargo en toda la historia de una ciudad que tiene ya más de 500 años. O sea, es un hecho relevante y me ha parecido de una audacia pocas veces vista en la mayoría de los políticos dominicanos, en términos de imagen -esta suele dejar muuuucho que desear, por defecto- el uso en la toma de posesión de las mascarillas, guantes y la impecable vestimenta blanca por parte de ella y el equipo municipal de gobierno en medio de esta crisis sanitaria mundial. Subrayo lo de mundial porque en la actualidad cualquier noticia relacionada con el covid19 y algún dirigente político y además, mujer, como es el caso, adquiere repercusiones fuera de lo normal. Es decir, el virus se ha convertido en un multiplicador de los mensajes políticos en cualquier dirección.

Es por esto que no alcanzo a comprender, cómo una imagen y puesta en escena tan potente fué tan poco aprovechada. Estoy hablando en términos de imagen política, por supuesto. Cómo no hubo una estrategia detrás para conseguir que esta mujer, primera alcaldesa de la primera ciudad occidental del Nuevo Mundo, joven, atractiva, con una imagen moderna, etc. alcanzara la repercusión que merecía. Porque es obvio que ese era el objetivo. En el aspecto visual hacía tiempo que no veía nada con tanto potencial de proyección y tan enormemente desperdiciado. Obviando el tema de Donald Trump cuyo valor consiste en ser lo contrario de cualquier cosa y viceversa -hay gente para todo-, cuando Boris Johnson sale a hablarle a los británicos con los mensajes de cuidar el NHS en el atril no lo hace por casualidad -este es otro que va justito de imagen- todo es imagen, todo es mensaje; o las fotos de italianos y españoles cantando el Bella Ciao y el Resistiré en las ventanas son imágenes que pretenden proyectar unión, fuerza o esperanza. Aunque no lo pretendamos alguien saca partido político, siempre, de esas imágenes. Cuando un dirigente mundial sale a una tribuna con mascarilla y otro como Bolsonaro o AMLO se van de mítin o de finde también están diciendo “tranquilos, no pasa nada” aunque la gente sepa que sí pasa.

A todos los que les he mostrado las fotos de Carolina Mejía con su indumentaria futurista, su mascarilla blanca perfecta, a juego con el traje del mismo color en contraste con los guantes negros, lo último que piensa es que sea real, algunos creen estar viendo un fotograma de la serie V,  mientras que otros están convencidos que se trata de alguna de esas exóticas dirigentes de los países del este europeo (La presidenta de Eslovaquia, Zuzana Caputova hizo algo similar por lo que fué muy criticada pero no se acercó ni de lejos a la sintonía visual de Mejía) o de esos asiáticos pocos conocidos. Pues no, es República Dominicana, exactamente en El Caribe que ya es un submundo dentro del continente. Y es una pena que no se aprovechara mejor  visualmente porque este era el momento y el escenario perfecto, contaba con todos los elementos necesarios para verse más allá del peaje de Las Américas, del 12 y del 9 que es al final lo que ha terminado siendo, una puesta en escena de tipo y presupuesto internacional con repercusión local.

© (Fotografía publicada por El Nuevo Diario, El Nuevo Día y decenas de digitales, ninguno fué capaz de acreditar la fuente de la foto, como ocurre infinidad de veces)